Pues la verdad cada vez creo menos en ellas.
Por primera vez escuché sobre el tema al escritor J.J. Benítez quien, innumerables veces, escribe en sus famosos Best Sellers que la casualidad no existe. Que existe una especie de hilo conductor que guía nuestras vidas. Vamos como si de Matrix se tratase o. El tema es recurrente en escritos, literatura, matemática, cine, etc. Y por supuesto en la web donde basta teclear casualidades para acceder a información de hecho extraordinarios y difícilmente creíbles de otra forma.
A mi mente ha vuelto de nuevo esta palabra, pues justo ayer veía un documental sobre Norman Foster, original arquitecto que siempre me ha fascinado por la mezcla de tecnología y simplicidad en sus edificios, independientemente se tratase de residenciales, oficinas o lo que fuese. Y cada vez que circulo o voy por el paseo de la Castellana de Madrid no puedo dejar de pensar que hace casi 25 años diseñase un rascacielos similar como trabajo de proyectos II bajo la tutela de mis porfesores Fernando Pardo y Enrique Sobejano. La diferencia principal es que yo lo diseñé para Manhattan.
Salvando las distancias entre los diseños y situaciones y dejando claro que Foster no me copió ( ¡ ojalá lo hubiese hecho, sería un gran halago ! ), me ronda por la cabeza que existe algo en el universo, como flotando que, llamemosle como queramos, podemos capturar en un momento de lucidez, de oportunidad. Como diríamos vulgarmente se nos enciende la bombilla ( que se lo digan a Edison ).
Creo que es parte del proceso creativo y de mejora humana. Primero aprendemos, nos empapamos de conocimientos y luego surge inconscientemente un rayo de luz, una idea, una oportunidad que encaja las piezas. Todo ello da lugar a innovaciones, a que el ser humano cree, invente o mejor dicho «tome prestado del universo» cosas que sirven en la mayoría de los casos para mejorar al ser humano y su vida. Pero también sirve para ir moldeando poco a poco nuestra propia vida con los acontecimientos que van surgiendo, que se nos presentan y los cuales nos van forjando espiritual y físicamente. Nuestra capacidad de elegir en cada momento, de actuar según nos apetezca, hace que cada persona cree su propio destino. Somos lo que hacemos. Y hacemos lo que pensamos.
Por eso y como cada vez creo menos en las casualidades, si estás leyendo estas líneas, bien porque alguien que te quiere te lo recomendó y busca lo mejor para ti, porque lo encontrastes en Google o cualquier otro enlace del universo internet, o por cualquier motivo, la realidad es que te encuentras aquí y estoy muy agradecido de que estés leyendo estas líneas.
Si te identificas con estas ideas o si estás completamente en desacuerdo estoy encantado de recibir tus comentarios y debatir. En cualquier caso, lo que es seguro es que si has llegado hasta aquí tienes inquietud por buscar lo mejor para ti y los que te rodean y crees que la vida y la madre naturaleza junto a la innovación y creación humana te lo pueden ofrecer en el ámbito que te interese particularmente de la vida.
Eso yo lo llamo Agel. Así pensamos, como tú posiblemente, en Agel. ¿ Cómo lo llamas tú ?
Saludos y encantado de tenerte por aquí.
Fernando Sánchez